Resistencias Calefactoras y Ánodos de Sacrificio

Un elemento muy utilizado, en los equipos compactos de energía solar, como fuente de energía auxiliar es la resistencia eléctrica de inmersión.

Resistencias de inmersión.

Son resistencias que se introducen en los acumuladores mediante rosca o con platinas de apriete, con varias medidas disponibles en el mercado, y normalmente llevan incorporado un termostato.
Se debe tener en cuenta que las resistencias calefactores, al estar inmersas dentro del acumulador, tienden a acumular deposiciones calcáreas con la consiguiente pérdida de efectividad con el paso del tiempo.

Para potencias superiores a 2.000 W, entre el termostato y la resistencia se intercala un contactor de forma que el contacto bimetálico del primero no soporte el paso de toda la corriente eléctrica.

El ánodo de sacrificio,

que suele ser de magnesio, se coloca en los acumuladores para alargar la vida de estos. Como su propio nombre indica se “sacrifica” para proteger la parte interna de los acumuladores contra la corrosión. El uso del ánodo de protección contra la corrosión se conoce como sistema de protección catódico.
La vida del ánodo depende de factores como:

  • La composición de este.
  • La conductividad y el pH del agua.
  • La temperatura del agua.

La vida media de un ánodo depende de la calidad del agua empleada. Por dicha razón, la duración de este componente es variable, aunque nunca mayor de 10 años. Debido a esta variación en su vida, en la práctica se recomienda que el ánodo se cambie cada 3 años.

Equipo de protección catódica.

El desgaste de un ánodo de sacrificio es mucho más económico que la pérdida total de un acumulador solar. Además, es mucho más fácil de cambiar que el depósito acumulador.

 

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